Y justo antes de morir, vi su mirada negra brillar y sus
manos aferrarse fuertemente a mi cuello.
Sentí lágrimas correr por mi mejilla y respiré con
dificultad.
-¡Por favor, no lo hagas!- supliqué en un susurro soltando
todo lo que me quedaba de aire.
Sus manos se separaron un instante de mi cuello, para luego
volver a la misma posición.
Me dedicó una triste mirada, sus ojos cristalizándose.
-Tengo que hacerlo – dijo
Sentí sus colmillos al clavarse donde antes estaban sus
manos y todo se tornó negro.
Alba Ibort 2º B
No hay comentarios:
Publicar un comentario