Despertó como siempre en
su cama, atravesado su cuerpo por miles de cosas, rodeado de muchos aparatos
con el dolor insoportable de todos los días, con ese dolor tan profundo en sus
huesos, dolor que sólo conseguía cuando podía dormir.
Una sonrisa apareció en
sus labios ¡El dolor nunca había sido tan agradable! Estaba más vivo que nuca.
ANA MARTÍNEZ RUBIO de 2º
de ESO
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