Una noche oscura, sin la
luz de la luna, y con una niebla tan espesa que no podían ver más allá de un
metro, el conde Hardcore iba a visitar su amigo de Londres. De repente oyó un ruido y
miró por la ventana de su carruaje, al mirar vio una sombra alta y corpulenta
montada en su caballo, pasó a gran velocidad sin hacer caso al vehículo. Al
momento el carruaje aceleró, el conde se asomó para ver que pasaba y vio al
cochero muerto, con varias heridas que parecían de espada, su cuerpo cubierto
de sangre y con el número “I” gravado en el cuello con un objeto afilado, pero
lo que más impacto ala conde fue la expresión de su cara que mostraba tanto
terror como si hubiera visto al mismísimo diablo.
MIRIAN ARTAL de 2º B
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