Empecé a pasear mirando
las lápidas, entonces me detuve ante una de ellas, tenía mimbre escrito,
entonces me di cuenta: ¡Estaba muerta!
Todas las lápidas estaban
llenas de flores, pero en la mía sólo había telarañas.
Me eche a llorar. De
pronto oí la voz de mi madre que decía ¡A despertar! Abrí los ojos y estaba en
mi habitación, eran las 11:00 horas de un sábado.
¡Todo era un sueño!
RAQUEL ABAD de 2º de ESO C
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