Ocurrió en 1930. Margaret
fue al anticuario de debajo de su casa. Había cantidad de objetos antiguos y se
encaprichó de un joyero de música, lo mejor de todo fue que prácticamente lo
regalaban. Al llegar a su casa dio cuerda al joyero y una bailarina daba vuelta
al son de una nana que parecía cantada por unos niños lastimados.

Con el resplandor de un
rayo vio horrorizada a una bailarina del tamaño de una persona adulta, su cara
era de porcelana y tenía unos ojos furiosos. Margaret no pudo gritar, tampoco
cuando comprobó que estaba rodeada de un montón de niños, todos olían fatal ya
que llevaban años sin lavarse, ella estaba dentro del joyero y sólo podía
cantar.
- ¿Cómo sé la historia?.
Porque soy yo la que trabajaba debajo de su casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario